¿Quién no ha sido víctima alguna vez de los intentos conquistadores de un oportunista? Todas las mujeres han pasado por esa situación, pero, ¿en una estación de subte?
El oportunista del tren subterráneo es un sujeto muy peculiar: no sólo es raro de por sí que este tipo de personaje “encare” a una dama en un medio público de transporte, frente a una muchedumbre de desconocidos mirándolo, sino que lo extravagante de él es que pareciera no tener un destino fijo: se dirige siempre a donde viaje su “presa”. Extraña coincidencia, ¿no?
Sus tácticas pueden ser varias, pero apuntan siempre al mismo destino: averiguar hasta dónde viaja la mujer a la que persigue e intentar seguirla hasta el final de su recorrido, habiendo conseguido para ese entonces un número de teléfono, una dirección de correo electrónico o una respuesta positiva a alguna propuesta futura.
No es de extrañar que la mayoría de las veces no consiga el oportunista los resultados esperados. Cierto es también que en numerosas ocasiones es insultado, despreciado y objeto de burla del resto de los viajeros que observan la situación.
Pero si hay algo que no puede negársele a este “Romeo subterráneo” es su valentía: ¡hay que animarse a entablar conversación con una persona desconocida del sexo opuesto y más aún en una estación de metro! Indudablemente se necesitan agallas para convertirse en un Don Juan antes de llegar a la próxima estación.
El oportunista del tren subterráneo es un sujeto muy peculiar: no sólo es raro de por sí que este tipo de personaje “encare” a una dama en un medio público de transporte, frente a una muchedumbre de desconocidos mirándolo, sino que lo extravagante de él es que pareciera no tener un destino fijo: se dirige siempre a donde viaje su “presa”. Extraña coincidencia, ¿no?
Sus tácticas pueden ser varias, pero apuntan siempre al mismo destino: averiguar hasta dónde viaja la mujer a la que persigue e intentar seguirla hasta el final de su recorrido, habiendo conseguido para ese entonces un número de teléfono, una dirección de correo electrónico o una respuesta positiva a alguna propuesta futura.
No es de extrañar que la mayoría de las veces no consiga el oportunista los resultados esperados. Cierto es también que en numerosas ocasiones es insultado, despreciado y objeto de burla del resto de los viajeros que observan la situación.
Pero si hay algo que no puede negársele a este “Romeo subterráneo” es su valentía: ¡hay que animarse a entablar conversación con una persona desconocida del sexo opuesto y más aún en una estación de metro! Indudablemente se necesitan agallas para convertirse en un Don Juan antes de llegar a la próxima estación.
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